Superstición no deseada

En menos de 48 horas, el Girona arrancará su nueva temporada en Primera División y lo hará con un escenario que Míchel ha intentado evitar a toda costa: sin haber oficializado ni un solo fichaje. Lo que el técnico vallecano señaló como uno de los grandes errores del curso anterior amenaza con repetirse, esta vez de forma todavía más acentuada.

Hace un año, en plena pretemporada histórica por el debut en Champions, Míchel lanzó un mensaje contundente: “La pretemporada ha sido mala en el sentido de que no hemos podido estar todos y ahora mismo no tengo claro el equipo y la manera de jugar a cinco días de empezar la competición”, lamentó. Por aquel entonces, sin embargo, la dirección deportiva ya había cerrado incorporaciones de peso como Ladislav Krejci, Abel Ruiz, Gabriel Misehouy, Donny Van de Beek, Alejandro Francés y Bryan Gil. Este verano, la situación es aún más preocupante: la plantilla sigue sin reforzarse.

El año pasado, la pretemporada comenzó el 10 de julio y el día 11 ya se oficializaron cuatro fichajes. Ahora, a las puertas de un nuevo arranque, el cuadro catalán afronta una situación de bloqueo que contrasta con el deseo expresado tanto por Míchel como por la dirección deportiva de no volver a improvisar sobre la marcha. Quique Cárcel lleva semanas trabajando en varias operaciones, pero por ahora los movimientos no cristalizan.

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El tiempo se agota y la sensación de déjà vu se instala en Montilivi como si de una superstición no deseada se tratara. La plantilla necesita refuerzos para no repetir los sobresaltos de la campaña pasada, pero el mercado no perdona la lentitud. Salvo giro inesperado, el técnico vallecano tendrá que volver a preparar el estreno liguero con un grupo incompleto, justo lo que pretendía evitar para que su equipo no quedara condicionado desde el inicio.

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