Sonrisas y lágrimas que (quizás) se podrían haber evitado
Jorge Martin, durante el GP de Qatar / LAP En 1965 se estrenaba en Estados Unidos el musical ‘Sonrisas y lágrimas’ (en el original, Sounds of Music) que contaba las vicisitudes de la familia Trapp. Un oficial naval, siete hijos huérfanos de madre y una institutriz conformaban el elenco principal de esta cinta en el que la música se convertía en el hilo principal para huir de la pena, los disgustos y la incipiente guerra que amenaza con invadir de nuevo Austria, país en el que está ambientada la película. Como en la película, la vida es siempre una sinfín de sonrisas y lágrimas, y el GP de Qatar fue un buen reflejo de eso. Unos volvieron a sonreír, otros volvieron a llorar. En el grupo de los primeros estaba Marc Márquez que, olvidada ya su caída hace dos semanas en el GP de Austin, volvió como si nada hubiera pasado para firmar en Qatar un fin de semana perfecto, otro más. La diferencia esta vez fue que su hermano Àlex no estuvo detrás, ni delante, y a punto estuvo de irse al suelo, aunque acabó en el Top-10. Además, la carrera tuvo muchos de los ingredientes que faltaron en las anteriores, con adelantamientos, toques y diferentes líderes, además de diferentes marcas en la pelea, algo que se había echado en falta y que podría dar un buen empujón de emoción al mundial si se repite en las próximas citas. En la otra cara de la moneda, en la de los que tuvieron que llorar están Aprilia y sobre todo, Jorge Martín. El piloto madrileño no pudo tener un peor estreno en el mundial y no solo se fue al suelo, sino que tuvo que ser trasladado e ingresado en el hospital regional de Doha. Y el accidente podría haber sido peor. Mucho peor. Y es que Fabio Di Giannantonio pasó tan cerca que podría haberse llevado por delante al madrileño. Por suerte funcionaron los reflejos y lo esquivó en el último segundo. De cualquier manera, da miedo ver la repetición. El resultado de la caída fue finalmente un neumotórax que tendrá que drenarse y seis costillas rotas. Por el momento, pasará algunos días a miles de kilómetros de casa, acompañado de su madre y de su pareja, y preguntándose probablemente si se ha reincorporado demasiado pronto tras su lesión. O si hubiera sido diferente si los equipos hubieran decidido en la reunión de Argentina concederle unos test previos al Gran Premio. Nunca lo sabremos, porque no tenemos una máquina del tiempo para poder cambiar decisiones pero las imágenes de un Martín desolado, de rodillas sobre el asfalto sin poder levantarse, seguro que no han dejado indiferente a nadie.