Guardiola se rinde al mejor Madrid de los últimos años
El Real Madrid salió al césped del Etihad Stadium con el respeto que exige un rival como el Manchester City, pero sin imaginar que lo que encontraría sería una sombra de aquel equipo que dominó Europa con un fútbol avasallador. Pese a las 11 derrotas en 23 partidos que arrastraban los de Pep Guardiola, el vestuario blanco sabía que un equipo herido puede ser aún más peligroso. O eso creían.
Quince minutos fueron suficientes para cambiar esa percepción. El City que durante años fue una máquina perfecta de posesión y presión asfixiante se mostraba desconectado, vulnerable, errático. Erling Haaland, con un doblete, trató de maquillar la debacle, pero la esencia del monstruo skyblue ya no estaba ahí. El Madrid había olido la sangre.
El vestuario blanco detectó las grietas
Tras el 1-0 al descanso, la plantilla madridista no salía de su asombro. “¿Qué estamos haciendo?”, se escuchó en el vestuario mientras los jugadores se miraban incrédulos. La conclusión era clara: este City no era ni la sombra del que los había hecho sufrir en el pasado. Había llegado la hora de atacar.
Al regresar al campo, el Madrid transformó su actitud. Presión alta, líneas adelantadas y verticalidad. La sorpresa fue mayúscula: el City se desmoronó. Pérdidas absurdas, descoordinación, huecos por todas partes… «Muchos huecos, muchos huecos», repetían los jugadores blancos en pleno partido, señalando la fragilidad inédita en un equipo de Guardiola.
El declive del City, la oportunidad del Madrid
El desorden táctico, la falta de intensidad y el déficit físico de los locales hicieron saltar todas las alarmas. “Físicamente están mal, si apretamos…”, comentaban los futbolistas del Madrid sobre el césped. Los 20 remates blancos y la superioridad en cada acción hicieron evidente lo que muchos sospechaban: el Manchester City ha entrado en fase de declive.
Guardiola lo reconoció tras el partido: «Me he encontrado al mejor Madrid de los últimos años». Un equipo compacto, sólido, impredecible, capaz de jugar con posesiones largas o salir al contragolpe con la misma efectividad. Por su parte, Carlo Ancelotti dejó clara su visión: “Cada tres días hay un examen. Los jugadores han entendido que el trabajo sin balón es clave”.
El Real Madrid, con su lectura de partido y su determinación, no solo venció al City en el Etihad. Lo descifró, lo expuso y lo superó. La vuelta en el Bernabéu ya no era una cuestión de miedo, sino de sentenciar una eliminatoria que había cambiado de dueño.