fc barcelona: El relato blanco, el éxito blaugrana

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El jugador del Barça se felicita por el trabajo hecho en el Metropolitano / Perform

Podría empezar la columna haciendo referencia a David y Goliat, a esa obsesión intrínseca del ser humano que hace que el grandullón siempre ataque violentamente al débil para seguir con su reinado, pero sería absurdo que los que somos del Barça o que el club mismo vaya de debilucho, de víctima, de pequeñín, porque no nos engañemos: el Barça también es un Goliat futbolístico e institucional.

Hay vergüenzas propias que no podemos obviar, somos un club grande con sus herramientas y armas y con sus entresijos tras bambalinas denunciables y despreciables. Dicho esto, y viendo los últimos acontecimientos y el último ataque a la verdad, utilizar la historia del guerrero y el pastor para ilustrar cómo funciona el relato blanco me parece divertido y útil para crear urticaria a cierto grupo de voceros. En Madrid nunca –pero nunca– van a aceptar el éxito blaugrana y siempre –pero siempre– van a buscar y crear su relato para desmerecerlo. Lo de mezclar churras con merinas se les da exquisitamente bien en la capital y lo que podría ser una denuncia licita a ciertas gestiones, se convierte en una pataleta de mal perdedor.

Me explico empezando en orden cronológicamente inverso. La polémica inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor, esa que esta semana ha vuelto al ruedo, sirve ahora para tapar las carencias en el campo y el posible ridículo que sería ganar poco o nada después de la gran inversión con Mbappé.

Los grandes propagadores de relatos, esas cuentas de miles de seguidores, han acuñado la realidad a su propio gusto, dejando entrever a sus fieles que, en caso de que el CSD respalde la visión de La Liga, todo lo ocurrido hasta ahora no es válido: todos los puntos conseguidos de enero hasta el día de hoy deben de ser borrados del contador blaugrana. Déjenme hacer una breve pausa para reír. Este rebaño blanco no solo ha creado su propio mundo imaginario, sino que moldean como les da la gana conceptos forjados hace cientos de años y aceptados en el derecho romano.

Ahora ‘cautelar’ significa lo que a ellos les convenga. Pero no sé a quién le extraña toda esta retórica; siempre que el Barça ha provocado la admiración en el mundo, desde algún lugar recóndito de Madrid se ha intentado tirar a tierra y sin miramientos los triunfos culés. Que si Villarato, que si Unicef, que si ahora resulta que el régimen franquista era del Barça, bailaba sardanas y hablaba catalán en la intimidad, que si Negreira, que si tal o que si cual.

Siempre que al Barça le va bien aparece un nuevo relato ridículo. Y es ridículo porque pensar que los baños futbolísticos de Guardiola, o las perlas salidas de La Masia, o las noches del mejor fútbol de la historia, tienen que ver con la gestión pésima y posiblemente corrupta de ciertos personajes, es para echarse a reír.

Es lo de mezclar churras con merinas. Pues ahora, que a los merengues se les aparecen fantasmas del pasado viendo a un equipo repleto de jóvenes y con una estrella prematura de Rocafonda, vuelven al ataque con toda la artillería. David derrotó a Goliat lanzando una piedra, el Barça puede derrotar al Madrid y crear un ataque de nervios masivo ganando La Liga o la Champions –o el triplete–. Mientras tanto, prepárense para el siguiente ataque: a lo mejor se inventan que Lamine Yamal en realidad tiene veinticinco años. Ah, no, que eso ya lo dijeron.

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