El hoyo más temido del mundo está en el Masters de Augusta: por qué el 12 es una trampa mortal
Mide apenas 142 metros desde los tees de profesionales, y a primera vista parece inocente pero lo que hace temblar a los jugadores no es la distancia, sino el viento cambiante y caprichoso
Jon Rahm, durante el pasado Masters de Augusta / EFE
David Boti
05 ABR 2025 11:00
El Augusta National Golf Club es uno de los campos más prestigiosos del planeta, pero también uno de los más exigentes. Entre sus calles impolutas y sus greenes esculpidos con bisturí, hay un lugar que intimida incluso a los más grandes: el hoyo 12, también conocido como Golden Bell. Corto en distancia, pero largo en leyendas, errores y drama, este par 3 es probablemente el hoyo más temido del mundo. ¿Por qué un golpe de apenas 150 metros se convierte en un test psicológico que ha derrumbado sueños y leyendas?
El hoyo 12 está ubicado en el centro del célebre Amen Corner, la zona que va del hoyo 11 al 13, donde cada año se define el Masters de Augusta. El Golden Bell es el punto más bajo del campo, rodeado por árboles, agua y silencio… hasta que todo se desmorona.
Mide apenas 155 yardas (unos 142 metros) desde los tees de profesionales, y a primera vista parece inocente: un tiro de hierro medio a un green ancho, con un pequeño riachuelo –Rae’s Creek– serpenteando delante.
Pero lo que hace temblar a los jugadores no es la distancia, sino el viento cambiante y caprichoso. En cuestión de segundos, una ligera brisa puede girar 180 grados. Lo que parecía un hierro 9 se convierte en un 7 que se queda corto, o vuela demasiado.
La clave del hoyo 12 está en su microclima. Los árboles que lo rodean enmarcan el green como una postal, pero también lo aíslan del viento dominante del campo. Los jugadores deben confiar en las banderas del hoyo 11 o en el vuelo de la bola del compañero de partido. A menudo, eso no basta.
Phil Mickelson, tres veces ganador de majors, lo resumía así: «El viento no lo puedes ver. Solo lo sufres cuando ya es tarde».
MOMENTOS HISTÓRICOS EN EL HOYO 12
Pocos lugares han generado tantos momentos trágicos en la historia del golf como el hoyo 12 del Masters de Augusta. En 2016, Jordan Spieth lideraba cómodamente el torneo, pero hizo cuádruple bogey (7) tras mandar dos bolas al agua. Perdió el Masters que tenía en el bolsillo. Cuatro años después, en 2020, le llegó el turno a Tiger Woods. Hizo 10 golpes en este hoyo, la peor marca de su carrera profesional en un solo hoyo. Incluso el más grande ha sido víctima del 12.
Otros golfistas que recordarán para siempre este hoyo fueron Tom Weiskopf (1980) con un increíble 13 en este hoyo. Cuatro bolas al agua. Un récord no deseado. Y también Fred Couples (1992). Su bola quedó milagrosamente apoyada en la ladera húmeda del riachuelo, sin caer al agua. Salvó el par y ganó el torneo. A veces Augusta también perdona.
El green del 12 está dividido en zonas y flanqueado por tres búnkers. Las posiciones de bandera varían mucho según el día, y eso cambia por completo la estrategia.
Los veteranos saben que lo más prudente es apuntar al centro del green, asegurar el par y marcharse. Pero el Masters no se gana siendo conservador. En la jornada del domingo, cuando la bandera se esconde en el lateral derecho, los valientes pueden arriesgar… y pagar el precio.
El hoyo 12 no premia solo la técnica. Exige nervios de acero, gestión emocional y respeto. Es el lugar donde se mide la madurez de un golfista, su temple, su lectura del campo.
Cuando un jugador pisa el tee del 12 un domingo, con la opción real de ganar el Masters, todo lo aprendido en años de golf profesional se pone a prueba. Y Augusta, silenciosa y solemne, observa.
En cada edición del Masters, los comentaristas no dudan: “Aquí se puede ganar o perder el torneo”. La estadística lo confirma: el hoyo 12 figura sistemáticamente entre los más difíciles del recorrido, pese a ser el más corto. Su diseño no ha cambiado en casi un siglo, y sigue derrotando a los mejores del mundo.
Porque en Augusta, el respeto no se impone por metros, sino por historia. Y en el caso del hoyo 12, la historia es implacable.